Autor:
Prof. Héctor E. López Sierra, Ph.D.; Ph.D.; M.A.; Th.M.; M.Div.
Catedrático
Ciencias Sociales y Humanidades
Recinto Metropolitano
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Introducción
El sociólogo y crítico cultural afrobritánico Stuart Hall, desde la llamada sociología cultural y los estudios culturales, ha articulado un análisis critico del racismo institucionalizado que se ha manifestado en las industriales culturales contemporáneas. Desde la noción de estructura social y de hegemonía del filósofo italiano Antonio Gramsci, y desde teorías y metodologías de investigación de tipo neo-marxista, Hall opta por un acercamiento que parte de la “agencia”, de un sujeto social que se relaciona dialécticamente con la cultura en un contexto dado[1]. En este articulo parto de la posición planteada
Breve trasfondo histórico del concepto de industrias culturales
El concepto de industrias culturales fue esbozado en 1947 por los filósofos sociales de la Escuela Crítica de Frankfurt en Alemania Teodoro Adorno y Max Horkheimer. Ambos señalaron las amenazas que las obras culturales (en especial el arte) sufren debido a la aplicación de las técnicas de reproducción industrial en la creación y difusión masiva. Esta advertencia fue articulada, necesariamente haberla denominado como industrias culturales, en 1935 por el también filósofo alemán Walter Benjamín. Este en aquel momento señaló que la obra de arte estaba comenzando a perder su valor e importancia debido a la reproducción industrial por medio de técnicas modernas de la cual era objeto.
Las advertencias que estos filósofos hicieron partieron de un denominador común; hacían énfasis principalmente en el dato objetivo de que la calidad de la obra artística estaba diluyéndose debido al proceso de mecanización y homogenización mecánico-industrial de la obra de arte. Pero si bien estas advertencias fueron noveles en su tiempo, se centraban primordialmente en el análisis en la obra artística en sí misma y no en la problemática que afectaba tanto la producción como la difusión de la obra[2].
En la actualidad comité de expertos reunidos bajo el auspicio de la UNESCO, presentan una definición a las industrias culturales que plantea que estas son: "aquellas industrias cuyos bienes y servicios culturales son producidos, reproducidos, conservados y difundidos según criterios industriales y comerciales, es decir, en serie y aplicando estrategias de carácter económico"[3].
Partiendo de la transformación histórica del concepto de industrias culturales y de mi interés en analizar y criticar desde la sociología de la cultura el racismo institucionalizado que se manifiesta en las industrias culturales, me interesa enfatizar en el proceso de poder racialmente discriminatorio y opresivo que caracteriza tanto a la mayoría de las industrias de la radio, la televisión, el cine, la industria de la música, la publicidad, el libro, los periódicos y a las organizaciones y fundaciones de promoción cultural y humanística en la época contemporánea[4]. Estas son dirigidas por una elite fenotípicamente blanca que maneja de manera excluyente y opresiva el proceso por el cual se reproducen, difunden y comercializan bienes y servicios culturales a escala industrial, de acuerdo a criterios y lógicas económicas que siguen una estrategia comercial y que en la carrera por la acumulación de capital material excluyen, entre otros, a todos aquellos que somos fenotípicamente negros y negras.
Racismo, color de piel y poder excluyente. Análisis de experiencias
El sociólogo español Miguel Roiz plantea en su libro La sociedad persuasora. Control cultural y comunicación de masas que pretende exponer una crítica de la sociedad neocapitalista en la “era de la información” debido a que hoy existen medidas de presión distintas a la “coacción directa o física” ya que los medios masivos de comunicación modelan el control cultural que ejercen las industrias culturales y las organizaciones “económicas (mercantiles), sociales y políticas (detentadoras de determinados mecanismos de integración y de asimilación social y política)”[5].
Roiz quien afirma: “En las sociedades occidentales de capitalismo liberal los grupos dominantes, además de controlar directamente empresas y capital y de poseer privilegios, necesitan el control social indirecto, el que subyace a cualquier relación social, que siempre es normativa ”.Desde esta perspectiva la industria cultural aparece en íntima relación con el ejercicio del poder excluyente que busca afianzar el poder de las elites económicas en los
países occidentales de la modernidad tardía. [6]
países occidentales de la modernidad tardía. [6]
Ese poder excluyente que se manifiesta en injusticia e inequidad es el que experimentamos en Puerto Rico y a través de todo el globo los fenotípicamente negros, cuando a diario las elites fenotípicamente blancas que dirigen las industrias culturales nos atropellan y excluyen sea abiertamente o tras el manto de una falsa democracia racial[7]. Quiero finalizar presentando dos experiencias concretas de lo que acabo de afirmar.
El primer ejemplo del control excluyente y opresivo por causa de discrimen racial en contra de personas fenotípicamente negras es el de la corporación sin fines de lucro Estrellas para el Firmamento. Esta es dirigida en por el Sr. Fernando López Llanos, Sr. Fernando López Henrisí, el Licdo. Marcos Rivera y este servidor entre otros y otras, personas todas fenotípicamente negras.
Desde 1999 hemos venido denunciando que la emisora radial en banda FM Z-92, incumplió con los acuerdos contraídos con nuestra corporación, provocando el descalabro de la actividad Salsa Magna en Dos Tiempos: Homenaje al Célebre y Glorioso Baloncelista Olímpico Puertorriqueño Teofilo Cruz Downs, celebrada en el Parque Juan Ramón Loubriel en Bayamón, el día 28 de febrero de 1999. Este evento dirigido a ayudar a este puertorriqueño negro y gloria de nuestro deporte, fue obstaculizado y boicoteado por la alta gerencia de la emisora radial Z92 (quien lleva o ha llevado como nombre corporativo Primedia Broadcasting Corporation o SBS Communications, y que en este momento dirigidas por el conocido Sr. Alacrán, el magnate de los medios de comunicación masiva que en el pasado a declarado boicots en contra de nuestro artistas Andy Montañez, Danny Rivera y Lucecita Benítez entre otros/as) es una industria cultural que según nuestro mejor conocimiento es dirigida en su totalidad por una elite fenotípicamente blanca. Por esos hechos fatales radicamos una acción civil ante el Honorable Tribunal Superior de Primera Instancia de Bayamón Puerto Rico (DAC-99-0750-Sala 508).
El pasado día 16 de octubre de 2003 en el Hotel El San Juan en Isla Verde, Carolina, convocamos una conferencia de prensa en donde ninguno de los medios de comunicación masivos de Puerto Rico asistió. Esta es una experiencia concreta de cómo las elites fenotípicamente blancas que dirigen las industrias culturales se unen en complicidad para continuar con sus prácticas de discriminación contra movimientos de personas negras que reclaman y luchan por participar en igualdad de poder en la dirección de las industrias culturales.
En segundo lugar otro ejemplo del control excluyente y opresivo por causa de discrimen racial en contra de personas fenotípicamente negras es el del intelectual puertorriqueño fenotípicamente negro que labora en una prestigiosa fundación de promoción cultural de Puerto Rico. En este caso este intelectual fenotípicamente negro sufre por parte de la mayoría de la elite fenotípicamente blanca que dirige dicha fundación lo que se conoce como discrimen racial solapado, velado o encubierto. Me refiero específicamente a que si bien este intelectual puertorriqueño fenotípicamente negro fue escogido por sus excelentes calificaciones académicas y profesionales y por la recomendación de prestigiosas expertos académicos, como la persona que debía ocupar el puesto por el cual había competido en un minucioso proceso de entrevistas, luego de ser contratado fue sometido sistemáticamente a un racismo encubierto con hipocresía. Ese tipo de racismo se manifestaba de la siguientes maneras, entre otras:
1. En reuniones con la elite directiva cuando se le obstaculizaba la manifestación de sus planteamientos, pues no era escuchado cuando pedía el uso de la palabra.
Pero aun cuando este intelectual sufrió todo este proceso de acoso, no se quedó con los brazos cruzados y luchó por el respeto a su dignidad humana. En el apartado final, plantearé algunas reflexiones conclusivas.
Conclusión:
Desde el reconocimiento de que la profundización de la democracia radical y participativa constituye una premisa fundamental para el combate al racismo, la discriminación racial y la xenofobia, fundamentada en un sistema jurídico orientado a garantizar el ejercicio y goce de los derechos humanos, económicos, culturales y sociales; manifiesto mi preocupación con el hecho de que se insiste en negar el problema del racismo y de la discriminación contra las personas fenotípicamente negras, partiendo de la insistencia en mantener la invisibilidad de las graves violaciones de derechos a las que estamos sometidos.
De otra parte denuncio que el fenómeno del racismo sistemático, individual y estructural, es encubierto por prácticas de organismos estatales y sus políticas públicas, y por parte de las industrias culturales, a partir de la invisibilización y la negación de las consecuencias de ese racismo y de la discriminación contra las personas fenotípicamente negras. Esto profundiza la desigualdad y las violaciones a los derechos fundamentales, económicos, sociales y culturales[9].
Ante los das experiencias descritas anteriormente emplazamos a las industrias culturales en Puerto Rico a que en primer lugar, estén presentes e insten a los demás medios masivos de comunicación a través de sus respectivas organizaciones a que asistan a la Conferencia con Antelación al Juicio de este caso, el miércoles, 13 de octubre de 2004 a las 2:30 p.m. en el Honorable Tribunal de Primera Instancia, Sala de Bayamón, sala 508 y cubran la misma. Solicitamos de sus organizaciones que atienda este importantísimo asunto el próximo día 13 de octubre del 2004. Y que eviten así que los medios de comunicación de masivos en Puerto Rico continúen censurándonos al no difundir nuestra denuncia de un acto vil de racismo perpetrado por personas con poder que no solo afecta a las personas fenotípicamente negras, sino a las innumerables personas quienes creemos en la dignidad del todo ser humano.
También emplazo, en primer lugar, al gobierno para que exija a las empresas que establezcan programas de prevención frente a un problema que no constituye en realidad una debilidad personal, sino una enfermedad colectiva. Además que tipifiquen el acoso moral como delito penal, desde la perspectiva del riesgo o perjuicio que perjudica la salud de quienes trabajan bajo esas condiciones. Propongo que se cree una ley con el objeto de hacer punible a los que, mediante acoso moral o psicológico, degraden o consientan que se degraden las condiciones de trabajo de alguna persona y no cesen o adopten las medidas que eviten el mismo.
Finalmente, insto a que las industrias culturales no cierran los ojos ante la violencia. Esta actitud tiene importantes repercusiones para estas industrias, pues si no desarrollan una política de prevención del acoso moral, y en el caso que específico que describí previamente, en contra de las personas fenotípicamente negras, por razones de derechos humanos; lo hagan porque esa práctica provoca en las organizaciones aumento en el número de demandas judiciales, del absentismo, drástica reducción de la productividad, pérdida de clientes, incremento del número de quejas, altos costos de sustitución de los empleados que abandonan su puesto o se dan de baja por enfermedad, y elevación de las pólizas de seguros. En definitiva, disminución de sus beneficios.
[1] Sobre el particular favor de ver a J. C. Alexander, Sociología cultural. Formas de clasificación en las sociedades complejas, Anthropos, Barcelona, 2000; P. Smith, ed. The New American Cultural Sociology, Cambridge University Press, Cambridge, 1998 y Raymond Williams, Sociología de la cultura, Ediciones Paidós, Barcelona, 1994.
[2] Para un análisis de la evolución del concepto de industrias culturales consultar el texto de Joëlle Farchy, La fin de l’exception culturelle?, CNRS Communication, CNRS Édition, Paris, 1999.
[3] Martin Hopenhayn, "Industrias culturales y nuevos códigos de modernidad", Revista CEPAL, no. 54, dic. 1994, p.167.
[4] Carlos E. Guzmán Cárdenas, Innovación y competitividad de las industrias culturales y la comunicación en Venezuela, Organización de los Estados Iberoamericanos (OEI), 1999, <http://www.oei.org.co/innovacion0.htm>.
[5] Miguel Roiz, La sociedad persuasora. Control cultural y comunicación de masas, Editorial Paidós, Barcelona, 2002, p.19.
[7] Una de las principales mentiras contemporáneas que por mucho tiempo las élites que fenotípicamente blancas que ostentan la mayor cantidad de poder estructural en los países occidentales han repetido es que existe realmente una democracia racial, históricamente basada en el entrecruzamiento étnico generalizado. Los diversos movimientos sociales de reivindicación de las personas fenotípicamente negras se han encargado de desconstruir y mostrar la falsedad socio-histórica y cultural de este discurso al poner en evidencia que la segregación, la violencia y la discriminación raciales son realidades cotidianas, profundamente arraigadas en el ordenamiento micro y macrosocial prevaleciente.
[8] Para profundizar en el tema del “acoso moral” consulte a Marie-France Irigoyen, El acoso moral en el trabajo. Distinguir lo verdadero de lo falso, Editorial Paidós, Barcelona 2001.